jueves, 23 de abril de 2015

Las neuronas del movimiento

   El origen evolutivo del sistema nervioso es el movimiento. 

Un sistema nervioso es algo que tenemos en común todos los animales salvo muy contadas (y también fascinantes) excepciones. Las plantas no necesitan moverse para nutrirse pero los animales necesitamos buscar nuestra comida; necesitamos explorar, recorrer el mundo tanto para alimentarnos como para reproducirnos, sobrevivir a nuestros depredadores o encontrar refugio. Lo hacemos a través de los músculos y los huesos que se mueven como una especie de marionetas controladas por el sistema nervioso.

En el origen de nuestro sistema nervioso encontramos el movimiento. Pero también de mucho más. Un intrincado sistema nervioso que te permita desplazarte para buscar comida o huir no sería de mucha utilidad sin algo que te dijera qué hay ahí fuera, dónde no hay un árbol con el que chocar al caminar y dónde está escondido ese enemigo que afila los dientes contra ti. El desplazamiento requiere que existan elementos que detecten el mundo de ahí fuera y se lo comuniquen al sistema nervioso. Los órganos de los sentidos cumplen esta función. No es tan sencillo pues los propios movimientos estimulan a los sentidos, y están implicados muchos más mecanismos, pero de una manera simple funciona así.

Y ya que puedes moverte, vamos a recorrer un pequeño camino: el que separa el encéfalo de los músculos; el que separa el querer mover la mano y el hecho de que tu mano se mueva para acercarte ese café humeante que tienes en la mesa a tu boca. Nuestro camino comienza en el lugar de donde salen unas neuronas encargadas del movimiento: las motoneuronas (un nombre sencillo que hay que agradecer a quien nombra las cosas en medicina).

El control nervioso de los movimientos varía en función del tipo de movimiento. No funcionan igual los movimientos de los músculos voluntarios (o llamados también músculos esqueléticos porque mueven los huesos), o la musculatura del sistema digestivo, respiratorio o cardíaco. Hay diferencias a nivel nervioso entre el movimiento voluntario, reflejo o inconsciente. Estaría bien que pudieses decidir acelerar el corazón o frenarlo a voluntad… ¿o tal vez no…? De hecho existe una terrible enfermedad en medicina que se llama maldición de Ondina en la que el paciente no controla de manera automática su respiración, sino que lo tiene que hacer todo el tiempo voluntariamente debido a un fallo del tronco cerebral (región que controla el movimiento automático de la respiración).

leer artículo completo de Borja Merino en Naukas

lunes, 6 de abril de 2015

Doblete en el badminton español

Este fin de semana, Carolina Marín se proclamó vencedora del Open de Malasia (uno de los grandes) ante la china nº1 del mundo Li Xuarei.
Por otro lado, la número 2 española Beatriz Corrales, vención en el Open de Finlandia ante la indonesia Angguni.

¡Enhorabuena a nuestras chicas y al badminton español!

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