Las células óseas, las cuales aparecen en todo tipo de hueso, son de tres tipos: osteoblastos (forman el hueso, lo construyen, al segregar la sustancia fundamental, que es en gran parte inorgánica): osteoclastos (destruyen el hueso, fundamental para que éste crezca) y los osteoplastos (modelan el hueso, la sustancia fundamental, orientando las travéculas). Como vemos el hueso estará en permanente renovación siempre que exista un equilibrio entre estos tipos de células. La ostogénesis tiende a aumentar en aquellos puntos óseos sometidos a grandes cargas y por el contrario, tiende a disminuir, incluso ser reabsorbido o destruido por osteoclastos cuando disminuye la carga a la que estaba sometido el hueso.
Está confirmado empíricamente el incremento de la densidad y diámetro de los huesos sometidos a estrés físico, aumentando su contenido en minerales y disminuyendo su reabsorción. La inactividad física tiene efectos opuestos.
Los adolescentes suelen tener tendones y ligamentos relativamente más fuertes que los huesos donde se insertan, con el consiguiente riesgo de lesiones, las cuales se incrementan si la técnica es defectuosa. Valgan como ejemplos las apofisitis de Osgood-Schalatter y la de Sever.
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