lunes, 14 de mayo de 2012

Los campeones de los 101


En el deporte existen dos tipos de campeones, de héroes. El primero es el más mediático y reconocido socialmente, es el campeón atlético, el que gana las competiciones, el que bate récords con sus marcas solo alcanzables por una minoría de personas superdotadas y especializadas con muchas horas de entrenamiento, sacrificio y dolor. Son los ídolos, los campeones a imitar, los que salen en las fotografías de los periódicos con las manos alzadas, o en los podios de los telediarios. Son los campeones extraterrestres, los que nos asombran con sus marcas, sus logros, sus títulos, sus proezas. Este tipo de campeón, que yo llamo atlético, es el que anuncia todo tipo productos en los medios de comunicación, porque es la imagen del éxito, del hombre hecho a sí mismo, del triunfador nato, del elegido. Es el campeón, es el único que puede hacer lo que hace y del que se siente orgulloso todo su pueblo, su provincia, su país. Puede incluso llegar a ser reconocido mundialmente y gozar de un gran prestigio internacional fuera de los círculos deportivos. Es el campeón atlético, el número uno.

Existe sin embargo otro tipo de campeón deportivo: el campeón individual. No gana competiciones, ni títulos federativos. La mayoría de las veces ni siquiera participa en competiciones oficiales. No es el segundo, ni el tercero, ni el 200. No es un atleta profesional, no destaca en su deporte, y a pesar de ello, lo practica, simplemente porque le gusta. Entrena, sufre, se esfuerza, pero no por ser el primero, sino por llegar, por acabar, a veces ni tan siquiera eso, porque lo único que le preocupa no es el reconocimiento mediático, la medalla o la palmadita en el hombro, no, su única pasión, su única lucha es por superarse a sí mismo.
A menudo se les llama “participantes”, ya que los mejores son los “competidores”, los que pelean por ganar, y ellos no han sido los elegidos para esas metas. A veces, también se les llama “perdedores” ¿os podéis imaginar por quienes? Este tipo de campeones son fácilmente reconocibles, en las carreras populares llegan a la meta cuando ya han entregado las medallas a los campeones atléticos, los ves esforzándose por cada balón en un pabellón pese a que sus rivales les triplican en el marcador. Son inconfundibles si les preguntas por cómo les ha ido, porque nunca te pondrán una excusa o un mal gesto por su derrota, porque ellos saben cual es la verdadera victoria, su esfuerzo, hacer realidad su pasión, hacerlo un poquito mejor que el día anterior.

Estos son los dos tipos de campeones que conozco. Siempre he admirado a los primeros, desde Perico Delgado a Alberto Contador pasando por Miguelón Indurain, por poner un ejemplo del ciclismo, pero los que verdaderamente me emocionan son los segundos, los que al verlos sufrir y/o disfrutar me erizan la piel, e incluso me hacen verter alguna lágrima. Esos héroes anónimos que son un auténtico ejemplo para las masas del “se puede”, del “tú puedes”. Son los que luchan contra ellos mismos. Los que lo dan todo, por nada.

Medalla, conocida como "el ladrillo" que
reciben todos los campeones que
 finalizan la prueba de los 101 km.
Existe una prueba deportiva en Ronda que se celebra cada año por estas fechas en la que conviven y se juntan estos dos tipos de campeones, comparten desniveles, avituallamientos y paisajes. Es sin duda mi prueba favorita, por todos los campeones que se enfrentan a realizarla, y por todo el público que los reconoce como tales, a los campeones atléticos que recorren los duros 101 km en 8 o 12 horas, hasta los campeones individuales que agotan las 24 horas que te da la organización para terminar la proeza, pasando por los que se dejan la piel por las cunetas del camino y ni siquiera pueden acabar.
Admiro al campeón de este año, por su marca, por su felicidad al llegar a la meta y ser entrevistado, por ser el número uno. Pero solo me emociono, solo me siento orgulloso como persona y deportista, cuando veo cruzar la línea de meta tras 18 horas de marcha y carrera a alguien que hacía un año era incapaz de aguantar una hora corriendo, o a quien mejora su marca en más de 5 horas, pese a llegar a las 5 de la madrugada, o a quien a pesar de las adversidades, los dolores, los calambres, las ampollas y recorrer más de 70 kilómetros en solitario, tarda un poco más de tiempo que el año anterior, porque se que ellos y sólo ellos son los auténticos campeones.
                                             A Marina, Laura y José Antonio.

1 comentario:

Jose Antonio dijo...

Sinceramente, he leído mucho sobre esta carrera pero pocos textos me han llegado tan adentro como lo ha hecho este. En mi caso, es fácil saber en cúal de ambas clases de deportistas encajo mejor... je,je,je.

En un principio, no pensaba que el discurrir de la prueba me lo fuese a poner tan difícil como lo ha hecho. Pero al final, todo el esfuerzo y las horas de entrenamiento que uno ha realizado previamente me han permitido cruzar la línea de meta de un modo digno.

No es fácil gestionar momentos de tanta debilidad física y continuar con la esperanza de que finalmente todo cambie como finalmente ocurrió.

Aprovecho la ocasión para saludar a esas dos "Damas Legionarias" que han tenido el arrojo y el valor de enfrentarse a esta prueba y superarla con tanto éxito. Marina y Laura, ha sido todo un placer compartir algunos kilómetros a vuestro lado.

De tí Toni, sobran las palabras y poco te puedo decir que no sepas aún ;-) Toda mi admiración amigo.

Muchas gracias amigos/as.