domingo, 13 de enero de 2013

Correr y ser más listos (I)

"Los biólogos estamos creando una burbuja con las hipótesis para explicar la portentosa inteligencia humana, las impresionantes capacidades cognitivas de nuestra especie (...) Por si las anteriores hipótesis no fueran suficientes, este mes se publica en la revista de la Royal Society (Proc. R Soc B) un artículo de D. A. Raichlen y J. D. Polk en el que proponen una nueva hipótesis concerniente a la evolución de la neurobiología humana. Y el factor considerado en este caso es el ejercicio físico aeróbico ligado a la caza de persistencia (...) De forma muy resumida, baste con señalar aquí que muy probablemente la caza de resistencia y las adaptaciones que permitieron su práctica resultaron claves para el éxito de nuestra especie. Somos, según esa noción, homininos que se adaptaron a correr largas distancias en la sabana africana para así poder dar caza a grandes ungulados, y por ello contamos con condiciones excelentes para la carrera de resistencia y, en general, la actividad física aeróbica (...) Esa adaptación a correr largas distancias pudo resultar un factor decisivo en el crecimiento del encéfalo humano y en la adquisición de las capacidades cognitivas que nos caracterizan (...)
La hipótesis formulada por Raichlen y Polk se basa en tres tipos de indicios. Está, por un lado, la relación observada entre la práctica de ejercicio físico aeróbico y la capacidad cognitiva en determinadas especies de mamíferos. Por otro están ciertos experimentos de selección artificial de estirpes mejor dotadas para la actividad física aeróbica. Y por último, tenemos la relación, en homínidos, entre rasgos anatómicos ligados a la carrera de resistencia y el índice de cefalización.
Sabemos que el ejercicio físico aeróbico protege y genera nuevas neuronas, eleva el volumen de ciertas estructuras encefálicas y mejora la cognición en humanos y otros mamíferos. Esas relaciones se producen en el curso de la vida de los individuos, en periodos de tiempo relativamente limitados. Son numerosos los estudios que sugieren que la actividad física aeróbica conduce a la formación de nuevas neuronas en algunas porciones del encéfalo adulto en roedores. Por otro lado, la neurogénesis inducida por la actividad física aeróbica tiene un impacto importante en las funciones cognitivas. La memoria y el aprendizaje espacial mejora con la actividad física en algunos monos y en roedores. En la especie humana se han encontrado correlaciones positivas entre las dimensiones de determinadas estructuras encefálicas y el desempeño físico aeróbico, y en niños de edad escolar y en jóvenes, la actividad física está positivamente correlacionada con diferentes capacidades cognitivas.
Al parecer, la relación entre el ejercicio físico aeróbico por un lado, y fenómenos biológicos observados en tejido encefálico (neurogénesis, neuroprotección) y mejoras cognitivas, por el otro, se produce gracias al concurso de neurotrofinas y factores de crecimiento (...)
Pero una cosa es que exista un mecanismo mediante el que la actividad física aeróbica incida positivamente en el funcionamiento del encéfalo en el curso de la vida de un mamífero, incluidos los seres humanos, y otra, muy diferente, que pueda establecerse un vínculo entre el desarrollo encefálico y cognitivo y la adaptación al desarrollo prolongado y eficiente de actividad física aeróbica. Lo que hacen Raichlen y Polk es proponer un modelo que explicaría ese vínculo"

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