El deporte moderno, siendo uno de los fenómenos más característicos de nuestra época, hunde sus raíces en los mismos albores de la cultura, es decir, en las manifestaciones culturales de las sociedades más pretéritas, evolucionando con ellas y cooperando incluso en el desarrollo de las mismas. Casi todas las sociedades han practicado actividades recreativas o dramáticas, individuales o colectivas, similares a las actividades que hoy denominamos deporte.
Autores como Huizinga, Diem y Cagigal sostienen esta teoría, denominada Corriente Cultural (el deporte nace con la cultura y evoluciona con ella) o perspectiva historicista. El deporte florece al unísono de los avances culturales del pueblo o civilización en que se encuentre, reflejando por lo general, los valores básicos del marco cultural en el que se desarrolla, y por tanto, actúa como ritual cultural o transmisor de cultura.
Nadie puede negar, en cambio, que el gran desarrollo y auge del deporte se produce en el siglo XX, viéndose favorecido a su vez por el desarrollo tecnológico, económico y social. Del mismo modo, tampoco se puede negar, que desde finales del siglo XIX coincidiendo con la revolución industrial, la actividad deportiva se ha multiplicado, especialmente en los países desarrollados. En esta línea surge la Corriente Inglesa o perspectiva contemporánea, que postula que el deporte surge a finales del XIX en Inglaterra, siendo Thomas Arnold su creador.
Ambas teorías o corrientes son válidas y complementarias en nuestra opinión.
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