El cuerpo humano necesita un suministro de energía constante para realizar sus múltiples funciones. La energía química encerrada dentro de los enlaces de los glícidos, lípidos y prótidos, es liberada en pequeñas cantidades durante complejas reacciones que ocurren en el interior de la célula (metabolismo).
La energía de los nutrientes no se transfiere directamente a las células para el trabajo biológico, sino que esta “energía alimenticia” es recogida y canalizada por una molécula: el ATP (adenosín trifosfato), el cual es considerado la moneda energética de nuestro organismo, ya que la energía potencial de la molécula de ATP es utilizada en todos los procesos de la célula que requieren energía.
De esta forma, podemos afirmar que todos los procesos energéticos o vías energéticas están destinados finalmente, a resintetizar las moléculas de ATP gastadas.
De esta forma, podemos afirmar que todos los procesos energéticos o vías energéticas están destinados finalmente, a resintetizar las moléculas de ATP gastadas.
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