Las llamadas comúnmente contracturas musculares son una distensión muscular de primer grado. Son las más leves y comportan poco daño a la estructura muscular y tendinosa. El dolor es muy fuerte si se intenta emplear la parte afectada; puede existir una ligera hinchazón o producirse espasmos musculares. Consisten en una lesión miostática mantenida, es decir, una contracción desmesurada e involuntaria del músculo o un conjunto de fibras musculares. Suelen ser provocadas por esfuerzos de gran intensidad, bien por la fatiga tras un esfuerzo prolongado y repetitivo o bien por una disminución de electrolitos por un exceso de sudoración. No debemos confundirlas con los calambres musculares. Éstos son un espasmo (contracción) muscular igualmente involuntario pero de carácter ocasional y no permanente, es decir, desaparece al poco rato, mientras que una contractura puede durar incluso días. Para un calambre, basta con estirar el músculo afectado, aplicar calor y una correcta rehidratación y nutrición.
Finalmente, hablaremos de las distensiones musuclares de segundo grado: suponen un daño mayor de las estructuras del tejido blando afectadas. El dolor, la hinchazón y los espasmos musculares son mayores y la pérdida funcional es moderada. Estas lesiones se asocian con estiramientos excesivos y forzados o con un fallo en la acción sinérgica de un conjunto de músculos (elonganciones musculares). Son roturas parciales del músculo, también llamadas, rotura fibrilar.
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